Por: Angélica María Pardo López · [email protected]
Reiteradas veces he utilizado el apunte filosófico para referir los múltiples problemas que afronta la humanidad debido al crítico estado en que se encuentra el medio ambiente. Esta vez, sin embargo, me referiré no a un problema sino a una solución que es sostenible y escalable.
Se trata de un innovador desarrollo holandés aplicado a la recuperación de suelos desérticos y agotados mediante la plantación de árboles dentro de un “coccoon” o capullo.
En la actualidad existen dos billones de hectáreas de suelo degradadas en nuestro planeta. Esta degradación es producto de los incendios, las sequías, las inundaciones, el sobrepastoreo, los desarrollos industriales, urbanos y mineros, la erosión y la deforestación. El daño es muy grande, pero afortunadamente, hay quienes aplican su inteligencia para proponer cambios y mejorar las cosas.
En el siguiente diagrama Jurrian Ruys, CEO de Land Land Company, sostiene un coccoon o capullo. El capullo tiene una capacidad para 25 litros de agua y tiene tres partes: una vasija en forma de rosca, una tapa y una torrecilla protectora.
La idea es la siguiente: en las zonas cuyos suelos están agotados o donde hay escasas precipitaciones se planta un árbol y a su alrededor se pone una vasija en forma de rosca que almacena el agua que el árbol necesitará durante el primer año. La vasija tiene una capacidad para 25 litros de agua, es completamente biodegradable y está dispuesta de forma tal que otras plantas, por ejemplo malezas, no pueden competir con el árbol por el agua de la vasija. El árbol queda en el centro de la rosca. El agua llega al árbol lentamente a través de unos cordones que quedan comunicados con sus raíces (así se muestra en la foto n.2).
Por último, se pone la tapa de la vasija y se protege el pequeño árbol con una torrecilla del mismo material (celulosa) que lo protege del viento, del sol excesivo y de los animales pequeños. La vasija y su tapa se cubren con tierra. A la vista solo quedan el arbolito con su torrecilla protectora.
El objetivo del capullo es que la planta crezca sin necesidad de irrigación. Cuando el agua almacenada en la vasija se termina, el árbol habrá desarrollado unas raíces lo suficientemente largas y fuertes como para buscar el agua y los nutrientes que necesita por sí solo. La función del capullo es proteger al árbol durante el periodo más crítico de su crecimiento, permitiéndole que emplee la mayor parte de sus energías en el desarrollo de unas buenas raíces que después serán la clave para tener una vida independiente del cuidado humano.
Es importante observar que los árboles deben ser nativos de la zona, pues si se plantan árboles que, por ejemplo, requieran mayor cantidad de agua de la que el medio puede ofrecer, no van a prosperar de ninguna forma.
Los árboles sembrados con capullo tienen una probabilidad de sobrevivir de entre el 80% y el 95%. Árboles sembrados en las mismas áreas pero sin ayuda tuvieron una tasa de sobrevivencia de entre el 0% y el 40%.
Esta técnica para la recuperación de suelos ya se utiliza en 20 países, entre ellos Arabia Saudita, Dubai, Emiratos Árabes Unidos, Kenya, Australia y México. En los países árabes se ha logrado reverdecer grandes extensiones desérticas.
Los mayores beneficios de un área plantada tienen que ver con el balance de agua en el lugar. Cuando el suelo es saludable se mejoran las condiciones de filtración de la tierra, por lo que el agua lluvia penetra en el suelo en vez de quedar flotando en su parte superficial y luego correr llevándose el material y generando erosión. En un suelo recuperado, el agua lluvia se almacena subterráneamente y queda disponible para las plantas y los seres humanos. La estrategia de los capullos a gran escala traería inmensos beneficios a nuestro planeta enfermo, cansado y sobreutilizado.
La siembra de árboles con capullo se utiliza para fines de restauración natural, de paisajismo en autopistas y ciudades y también con propósitos productivos. En el medio oriente hay plantaciones de moringa y en Kenya de mango y aguacate que han sido iniciadas con capullos. Estos árboles muestran una mayor tasa de crecimiento y mayor resiliencia contra la sequía.
Como podemos ver, no solamente tenemos problemas que amenazan el planeta en que vivimos y nuestra existencia misma. También hay formas de reparar lo que se ha dañado. El ser humano tiene un ingenio capaz no solo de destruir, así que en lugar de perder la esperanza, debemos actuar.