Por: I.A. Mauricio Bustillos
Jefe Técnico en Sierra -Ecuaquimica CA
En las empresas del sector floricultor se busca sembrar aquellas variedades que presentan características demandadas por el mercado. Para tomar la decisión de qué variedad cultivar se hace énfasis en las características de calidad y productividad de la misma (número de tallos/m2, por ejemplo).
Sin embargo, condiciones extremas de luminosidad, temperatura, desbalances hormonales y condiciones de manejo pueden llegar a generar una baja productividad a causa de la aparición de brotes ciegos y rosetas. Esto compromete las proyecciones anuales de producción, por lo que es necesario generar programas dirigidos a estabilizar los niveles de productividad. El proceso de producción de un tallo inicia con el pinch que se realiza cerca de una yema productiva dando lugar a la brotación, seguida de la inducción floral y terminando con la etapa de diferenciación floral. La aparición de brotes ciegos tiene lugar en los dos últimos eventos, desarrollándose en mayor número en la etapa de diferenciación floral.
Gráfico 1. Proceso de producción de un tallo
La inducción floral determina si el nuevo brote es vegetativo o productivo mediante una señal química: los brotes vegetativos que no reciben la señal presentan niveles altos de nitrógeno y giberelinas acompañados de contenidos bajos de carbohidratos.
En la diferenciación floral se da inicio al desarrollo de las estructuras del botón floral (pétalos, sépalos, estambre y pistilo) demandando nutrientes y metabolitos acorde al crecimiento, pero regulados por hormonas que activan el desarrollo floral. Estudios anatómicos de tallos ciegos determinaron que el proceso de diferenciación floral tiene lugar hasta la formación de sépalos y pétalos, los cuales presentan necrosis y abscisión de la flor. Este desorden fisiológico depende del origen varietal y es acentuado por factores externos (Díaz, 2019).
Para el manejo de este desorden se debe tener en cuenta que el potencial de rendimiento de un sistema productivo está definido por la genética de la planta cultivada y las condiciones ambientales donde se desarrolla. En este sentido, el conjunto de estrategias tiene que enfocarse en influenciar positivamente las relaciones suelo-planta-ambiente del sistema, buscando canalizar la energía metabólica de la planta hacia el desarrollo adecuado de los órganos de interés comercial que se desea explotar.
A nivel de suelo es muy importante trabajar la fertilidad física, química y biológica, buscando generar un adecuado balance nutricional que sea aprovechado por las raíces de las plantas. El mejor estimulante para el desarrollo de las raíces de una planta es el oxígeno; se debe poner especial cuidado en los cálculos de la lámina de riego diaria y a las labores de oxigenación de las camas cultivadas para lograr un balance adecuado de agua y aire en el espacio poroso del suelo. La influencia del complejo arcilla-calcio-humus también aporta al acondicionamiento del medio para enfrentar la presencia de sales, niveles variables de humedad y baja eficiencia de la nutrición mineral.
La presencia de microorganismos en la rizosfera enriquece el medio con sustancias que favorecen la absorción de nutrientes, solubilizan elementos retenidos en el suelo y reducen la presencia de enfermedades, propiciando condiciones óptimas para tener un “suelo resiliente” donde las plantas enfrenten eventos de estrés severos con menor pérdida de energía.
El manejo de la presión osmótica, pH, relaciones mutuas entre cationes y aniones de la solución nutritiva ayudan a reducir pérdidas de energía en el proceso de absorción de agua y nutrientes (Juárez et al., 2006). Por otro lado, microelementos como el zinc y molibdeno también toman relevancia en las etapas de inducción.
El trabajo a nivel radicular y foliar con bioestimulantes en rosas (aminoácidos y el extracto de algas) reflejó incrementos en la productividad y calidad de tallos para exportación (Tipanta, 2019). Fue corroborado por aplicaciones comerciales consecutivas de aminoácidos, que han logrado inducir mayor brotación y presencia de tallos productivos exportables en este cultivo (Syngenta, 2021). Además, se realizaron aplicaciones de citoquininas foliares que, al tener presencia de una mayor masa radicular, mostraron efectos positivos al reducir el número de ciegos en algunas variedades de rosas (Díaz, 2019).
De acuerdo con lo anterior, se propone el siguiente programa de bioestimulación para la inducción y diferenciación.
Cuadro 1. Programa de bioestimulación para la inducción y diferenciación
Cuadro 2. Descripción de productos
Bibliografía
Díaz, D. (2019). Los ciegos: Factor clave en la productividad de rosas. Metroflor – Agro.
Juárez, M. et al.(2006). Propuesta Para La Formulación De Soluciones Nutritivas En Estudios De Nutrición Vegetal. Interciencia, 247.
Pineda, J. (2021). Uso de Aminoácidos y Péptidos para la Bioestimulación de Cultivos. NTAGRI.
Syngenta. (2021). El Bioestimulante por Excelencia. Guayaquil.
Tipanta, D. (2019). Importancia de la Bioestimulación en el Cultivo de Rosas Bajo Invernadero. Serie Nutricion Vegetal, (128)7..